Lunes 14/10/2013 2 Timoteo 1:1-18

2 Timoteo 1:1-18

RV60a
LBLA
NVI
TLA
1

Salutación
  Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús,
1  Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida en Cristo Jesús,
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida que tenemos en Cristo Jesús,
1 Querido hijo Timoteo: Te envío mis saludos, y de todo corazón les pido a Dios Padre y a Jesucristo nuestro Señor que te llenen de amor, te ayuden en todo, y te den su paz. Como te dije antes, soy apóstol de Cristo. Dios me envió a comunicar su mensaje, y me prometió la vida eterna por medio de Cristo Jesús.
2  a Timoteo,(A) amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor.

Testificando de Cristo

2  a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.
2 a mi querido hijo Timoteo: Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te concedan gracia, misericordia y paz.

3  Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día;
3  Doy gracias a Dios, a quien sirvo con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones,
3
Exhortación a la fidelidad
Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados.
3 Mis familiares y yo hemos servido a Dios, y nadie puede acusarnos de nada malo. Siempre que oro, ya sea de día o de noche, te recuerdo y doy gracias a Dios por ti.
4  deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo;
4  deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de alegría.
4 Y al acordarme de tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría.
4 Cada vez que me acuerdo de cómo lloraste y te pusiste triste, me dan más ganas de verte. ¡Cómo me alegraría eso!
5  trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre(B) Eunice, y estoy seguro que en ti también.
5  Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
5 Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.
5 Tu abuela Loida y tu madre Eunice confiaron sinceramente en Dios; y cuando me acuerdo de ti, me siento seguro de que también tú tienes esa misma confianza.
6  Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
6  Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
6 Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos.
6 Por eso te recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te dio cuando puse mis manos sobre tu cabeza.
7  Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
7  Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
7 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
7 Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.
8  Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
8  Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios,
8 Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el evangelio.
8 Por lo tanto, no te avergüences de hablar bien de nuestro Señor Jesús. Tampoco te avergüences de mí, que estoy preso por servir a Jesucristo. Al contrario, tienes que estar dispuesto a sufrir por anunciar la buena noticia. ¡Ya Dios te dará las fuerzas necesarias para soportar el sufrimiento!
9  quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
9  quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad,
9 Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo;
9 Dios nos salvó y nos eligió para que seamos parte de su pueblo santo. No hicimos nada para merecerlo, sino que Dios, por su gran amor, así lo planeó. Dios ya nos amaba desde antes de crear el mundo, pues desde entonces pertenecíamos a Cristo Jesús.
10  pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,
10  y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,
10 y ahora lo ha revelado con la venida de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien destruyó la muerte y sacó a la luz la vida incorruptible mediante el evangelio.
10 Dios nos mostró ese gran amor por medio de lo que Jesucristo nuestro Salvador hizo por nosotros. Porque él destruyó a la muerte y, por medio de la buena noticia, nos ha dado la vida eterna.
11  del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.(C)
11  para el cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro.
11 De este evangelio he sido yo designado heraldo, apóstol y maestro.
11 Dios me nombró apóstol para anunciar y enseñar a las naciones la buena noticia.
12  Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
12  Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.
12 Por ese motivo padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado.[a]
12 Por eso mismo estoy sufriendo ahora. Pero no me avergüenzo de lo que me pasa, porque yo sé bien en quién he puesto mi confianza. Estoy seguro de que él tiene poder para hacer que la buena noticia se siga anunciando hasta que llegue el fin del mundo.
13  Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.
13  Retén la norma de las palabras sanas que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús.
13 Con fe y amor en Cristo Jesús, sigue el ejemplo de la sana doctrina que de mí aprendiste.
13 Las enseñanzas que te he dado son un buen ejemplo de lo que debes hacer. No dejes de confiar en Dios y en el amor que tenemos por estar unidos a Jesucristo.
14  Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.
14  Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado.
14 Con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros, cuida la preciosa enseñanza[b] que se te ha confiado.
14 No permitas que nadie contradiga la buena enseñanza que recibiste. Dios te ha encargado ese trabajo, y el Espíritu Santo te ayudará a hacerlo.
15  Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes.
15  Ya sabes esto, que todos los que están en Asia me han vuelto la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes.
15 Ya sabes que todos los de la provincia de Asia me han abandonado, incluso Figelo y Hermógenes.
15 Seguramente ya sabes que todos los cristianos de la provincia de Asia me abandonaron. ¡Hasta Figelo y Hermógenes me dejaron solo!
16  Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó, y no se avergonzó de mis cadenas,
16  Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio refrigerio y no se avergonzó de mis cadenas,
16 Que el Señor le conceda misericordia a la familia de Onesíforo, porque muchas veces me dio ánimo y no se avergonzó de mis cadenas.
16 Le pido a Dios que sea bueno con la familia de Onesíforo y la ayude. Él me animó muchas veces, y no se avergonzó de que yo estuviera en la cárcel.
17  sino que cuando estuvo en Roma, me buscó solícitamente y me halló.
17  antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló;
17 Al contrario, cuando estuvo en Roma me buscó sin descanso hasta encontrarme.
17 Al contrario, tan pronto llegó a Roma, me buscó por todas partes, hasta que me encontró.
18  Concédale el Señor que halle misericordia cerca del Señor en aquel día. Y cuánto nos ayudó en Efeso, tú lo sabes mejor.
18  que el Señor le conceda hallar misericordia del Señor en aquel día. Además, los servicios que prestó en Efeso, tú lo sabes mejor.
18 Que el Señor le conceda hallar misericordia divina en aquel día. Tú conoces muy bien los muchos servicios que me prestó en Éfeso.

18 Espero que el Señor Jesús lo trate con bondad el día en que Dios juzgará a todo el mundo. Como sabes, Onesíforo nos fue de gran ayuda en la ciudad de Éfeso.