1 Juan 2:1-29
RV60a
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LBLA
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NVI
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TLA
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1
Cristo, nuestro abogado
Hijitos míos, estas cosas os
escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo.
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1 Hijitos
míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
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1 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas
para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un
intercesor, a Jesucristo, el Justo.
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1 Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso
les escribo esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo
es justo y nos defiende ante Dios el Padre.
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2 Y él es
la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo.
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2 El
mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros,
sino también por los del mundo entero.
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2 Él es el sacrificio por el perdón de[a] nuestros pecados, y no sólo por los
nuestros sino por los de todo el mundo.
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2 Dios perdona nuestros pecados, y los de todo
el mundo, porque Cristo se ofreció voluntariamente para morir por nosotros.
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3 Y en
esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.
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3 Y en
esto sabemos que hemos llegado a conocerle: si guardamos sus mandamientos.
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3 ¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a
Dios? Si obedecemos sus mandamientos.
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3 Nosotros sabemos que conocemos a Dios porque
obedecemos sus mandamientos.
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4 El que
dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la
verdad no está en él;
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4 El que
dice: Yo he llegado a conocerle, y no guarda sus mandamientos, es un
mentiroso y la verdad no está en él;
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4 El que afirma: «Lo conozco», pero no obedece
sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad.
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4 Si alguien dice: «Yo soy amigo de Dios», y no
lo obedece, es un mentiroso y no dice la verdad.
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5 pero el
que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.
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5 pero el
que guarda su palabra, en él verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado. En esto sabemos que estamos en El.
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5 En cambio, el amor de Dios se manifiesta
plenamente[b] en la vida
del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él:
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5 En cambio, el que obedece lo que Dios ordena,
de veras sabe amar como Dios ama, y puede estar seguro de que es amigo de
Dios.
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6 El que
dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
El nuevo mandamiento
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6 El que
dice que permanece en El, debe andar como El anduvo.
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6 el que afirma que permanece en él, debe vivir
como él vivió.
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6 El que dice que es amigo de Dios debe vivir
como vivió Jesús.
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7
Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo,(A) sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el
principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el
principio.
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7 Amados,
no os escribo un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, que habéis
tenido desde el principio; el mandamiento antiguo es la palabra que habéis
oído.
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7 Queridos hermanos, lo que les escribo no es un
mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este
mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron.
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7 Hermanos en Cristo, no les estoy dando un
mandamiento nuevo. Les estoy repitiendo un mandamiento muy antiguo, que
ustedes ya conocen: se trata del mismo mandamiento que Dios les dio desde el
principio.
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8 Sin
embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en
vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.
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8 Por
otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en
vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando.
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8 Por otra parte, lo que les escribo es un
mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como
en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz
verdadera.
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8 Sin embargo, esto que les escribo es un
mandamiento nuevo, y ya saben lo que significa, como también Cristo lo sabe.
Él es la luz verdadera, que brilla cada vez más fuerte, y que hace que la
oscuridad vaya disminuyendo.
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9 El que
dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas.
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9 El que
dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.
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9 El que afirma que está en la luz, pero odia a
su hermano, todavía está en la oscuridad.
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9 Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a
otro miembro de la iglesia, en realidad vive en una gran oscuridad.
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10 El que
ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.
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10 El que
ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
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10 El que ama a su hermano permanece en la luz, y
no hay nada en su vida[c]
que lo haga tropezar.
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10 El que ama a los demás, vive bajo la brillante
luz de Dios y no causa ningún problema a los de su iglesia.
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11 Pero el
que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a
dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos.
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11 Pero el
que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe
adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
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11 Pero el que odia a su hermano está en la
oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja
ver.
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11 Pero el que odia a otro cristiano, vive en la
oscuridad y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.
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12 Os
escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados
por su nombre.
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12 Os
escribo a vosotros, hijos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por
su nombre.
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12 Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque
sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo.
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12 Hijos míos, les escribo porque Dios les ha
perdonado sus pecados por medio de lo que hizo Jesucristo.
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13 Os
escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os
escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a
vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.
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13 Os
escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el
principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno.
Os he escrito a vosotros, niños, porque conocéis al Padre.
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13 Les escribo a ustedes, padres, porque han
conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque
han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han
conocido al Padre.
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13 A ustedes, los mayores, les escribo porque
conocen a Jesús, quien ya existía desde antes de que Dios creara el mundo. A
ustedes, los jóvenes, les escribo también porque han sido valientes, han
derrotado al diablo, y han aceptado con sinceridad el mensaje de Dios. Les he
escrito a todos ustedes porque han conocido al Padre.
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14 Os he
escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el
principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la
palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.
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14 Os he
escrito a vosotros, padres, porque conocéis al que ha sido desde el
principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la
palabra de Dios permanece en vosotros y habéis vencido al maligno.
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14 Les he escrito a ustedes, padres, porque han
conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes,
porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido
al maligno.
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15 No
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él.
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15 No
améis al mundo ni las cosas que están
en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
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15
No amemos al mundo
No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al
mundo, no tiene el amor del Padre.
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15 No quieran ustedes ser como los pecadores del
mundo, ni tampoco hacer lo que ellos hacen. Quienes lo hacen, no aman a Dios
el Padre.
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16 Porque
todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos,
y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
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16 Porque
todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y
la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
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16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los
malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la
vida—proviene del Padre sino del mundo.
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16 Las cosas que ofrece la gente del mundo no
vienen de Dios, sino de los pecadores de este mundo. Y estas son las cosas
que el mundo nos ofrece: los malos deseos, la ambición de tener todo lo que
vemos, y el orgullo de poseer muchas riquezas.
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17 Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre.
El anticristo
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17 Y el
mundo pasa, y también sus pasiones,
pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
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17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
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17 Pero lo malo de este mundo, y de todo lo que
ofrece, está por acabarse. En cambio, el que hace lo que Dios manda vive para
siempre.
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18
Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el
anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto
conocemos que es el último tiempo.
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18
Hijitos, es la última hora, y así como oísteis que el anticristo
viene, también ahora han surgido muchos anticristos; por eso sabemos que es
la última hora.
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18
Cuidémonos de los anticristos
Queridos hijos, ésta es la hora final, y así como ustedes oyeron que
el anticristo vendría, muchos son los anticristos que han surgido ya. Por eso
nos damos cuenta de que ésta es la hora final.
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18 Hijos míos, ya estamos viviendo los últimos
días, y el mundo pronto se acabará. Ustedes han escuchado que antes del fin
vendrá el Enemigo de Cristo. Pues bien, yo quiero decirles que ya han
aparecido muchos enemigos de Cristo, y por eso sabemos que estamos en los
últimos días.
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19
Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen
sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se
manifestase que no todos son de nosotros.
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19
Salieron de nosotros, pero en realidad
no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido
con nosotros; pero salieron, a fin de
que se manifestara que no todos son de nosotros.
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19 Aunque salieron de entre nosotros, en realidad
no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con
nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los
nuestros.
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19 Estos enemigos de Cristo se reunían con
nosotros, pero en realidad no eran de nuestro grupo. Si hubieran sido de
nuestro grupo, se habrían quedado con nosotros. Pero se apartaron del grupo
para mostrar claramente que no todos los que se reúnen con nosotros son de
los nuestros.
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20 Pero
vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.
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20 Pero
vosotros tenéis unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis.
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20 Todos ustedes, en cambio, han recibido unción
del Santo, de manera que conocen la verdad.[d]
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20 Cristo, el Hijo de Dios, los ha apartado a
ustedes del mundo, y les ha dado el Espíritu Santo, y todos ustedes conocen
la verdad.
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21 No os
he escrito como si ignoraseis la verdad, sino porque la conocéis, y porque
ninguna mentira procede de la verdad.
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21 No os
he escrito porque ignoréis la verdad, sino porque la conocéis y porque
ninguna mentira procede de la verdad.
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21 No les escribo porque ignoren la verdad, sino
porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.
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21 Por eso les escribo, porque sé que ustedes
conocen la verdad, y saben que quien la conoce no puede mentir.
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22 ¿Quién
es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es
anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
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22 ¿Quién
es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el
anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
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22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que
Jesús es el Cristo? Es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
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22 Entonces, ¿quién miente? Pues el que dice que
Jesús no es el Mesías. ¡Ese es el Enemigo de Cristo, pues rechaza tanto a
Dios el Padre como a Jesús el Hijo!
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23 Todo
aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo,
tiene también al Padre.
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23 Todo
aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene
también al Padre.
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23 Todo el que niega al Hijo no tiene al Padre;
el que reconoce al Hijo tiene también al Padre.
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23 Cualquiera que rechaza al Hijo, también
rechaza al Padre. Y si alguien acepta al Hijo, también acepta al Padre.
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24 Lo que
habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído
desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en
el Hijo y en el Padre.
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24 En
cuanto a vosotros, que permanezca en vosotros lo que oísteis desde el
principio. Si lo que oísteis desde el principio permanece en vosotros, vosotros
también permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
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24 Permanezca en ustedes lo que han oído desde el
principio, y así ustedes[e]
permanecerán también en el Hijo y en el Padre.
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24 Por eso, no dejen de hacer ustedes lo que se
les enseñó desde el principio. Si continúan haciéndolo, entonces vivirán
siempre unidos al Hijo y al Padre,
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25 Y esta
es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.
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25 Y esta
es la promesa que El mismo nos hizo: la vida eterna.
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25 Ésta es la promesa que él nos dio: la vida
eterna.
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25 pues Cristo nos ha prometido la vida eterna.
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26 Os he
escrito esto sobre los que os engañan.
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26 Os he
escrito estas cosas respecto a los que están tratando de engañaros.
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26 Estas cosas les escribo acerca de los que
procuran engañarlos.
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26 Les estoy escribiendo para advertirles sobre
algunos que quieren engañarlos.
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27 Pero la
unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis
necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas
las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado,
permaneced en él.
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27 Y en
cuanto a vosotros, la unción que recibisteis de El permanece en vosotros, y
no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; pero así como su unción os enseña
acerca de todas las cosas, y es verdadera y no mentira, y así como os ha
enseñado, permanecéis en El.
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27 En cuanto a ustedes, la unción que de él
recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa
unción es auténtica —no es falsa—y les enseña todas las cosas. Permanezcan en
él, tal y como él les enseñó.
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27 Pero ustedes tienen al Espíritu Santo, que
Cristo puso en ustedes. Por eso no necesitan que nadie les enseñe, pues el
Espíritu de Dios les enseña todo; y lo que él enseña no es mentira, sino la
verdad. Por eso, sigan las enseñanzas del Espíritu Santo, y manténganse
siempre unidos a Cristo.
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28 Y
ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos
confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados.
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28 Y
ahora, hijos, permaneced en El, para que cuando se manifieste, tengamos
confianza y no nos apartemos de El avergonzados en su venida.
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28
Permanezcamos en Dios
Y ahora, queridos hijos, permanezcamos[f] en él para que, cuando se manifieste,
podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en
su venida.
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28 Ahora, hijos míos, sigan unidos a Cristo. Así,
cuando él regrese, lo estaremos esperando confiadamente y no pasaremos por la
vergüenza de ser castigados.
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29 Si
sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido
de él.
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29 Si
sabéis que El es justo, sabéis también que todo el que hace justicia es
nacido de El.
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29 Si reconocen que Jesucristo es justo,
reconozcan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.
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29 Como ustedes saben, Jesucristo hace todo lo
que le agrada a Dios. Por eso, también deben saber que todo el que hace lo
que a Dios le agrada, es hijo de Dios.
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