Viernes 06/12/2013 1 Juan 3.

1 Juan 3:1-24

RV60a
LBLA
NVI
TLA
1

Hijos de Dios
  Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios;(A) por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
1  Mirad cuán gran amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a El.
1 ¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él.
1 ¡Miren! Dios el Padre nos ama tanto que la gente nos llama hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los pecadores de este mundo no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.
2  Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
2  Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es.
2 Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es.
2 Queridos hermanos, ¡nosotros ya somos hijos de Dios! Y aunque todavía no sabemos cómo seremos en el futuro, sí sabemos que, cuando Jesucristo aparezca otra vez, nos pareceremos a él, porque lo veremos como él es en realidad.
3  Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
3  Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro.
3 Todo el que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
3 Todo el que espera confiadamente que todo esto suceda, se esfuerza por ser bueno, como lo es Jesús.
4  Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
4  Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley.
4 Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley.
4 Todo el que peca, desobedece la ley de Dios, porque el pecado consiste en desobedecer a Dios.
5  Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados,(B) y no hay pecado en él.
5  Y vosotros sabéis que El se manifestó a fin de quitar los pecados, y en El no hay pecado.
5 Pero ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado.
5 Como ustedes saben, Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados del mundo. Jesucristo no peca, ni puede pecar.
6  Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.
6  Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido.
6 Todo el que permanece en él, no practica el pecado.[a] Todo el que practica el pecado, no lo ha visto ni lo ha conocido.
6 Por eso, cualquiera que sea amigo de Jesucristo, y quiera mantenerse unido a él, no puede seguir pecando. El que peca, no conoce a Jesucristo ni lo entiende.
7  Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.
7  Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la justicia es justo, así como El es justo.
7 Queridos hijos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo.
7 Hijitos míos, ¡que nadie los engañe! Todo el que obedece a Dios es tan justo como lo es Jesús.
8  El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
8  El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo.
8 El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo.
8 Pero el que siempre hace lo malo es amigo del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el día en que Dios creó el mundo. Por esta razón vino el Hijo de Dios al mundo: para destruir todo lo que hace el diablo.
9  Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
9  Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
9 Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado,[b] porque ha nacido de Dios.
9 Ningún hijo de Dios sigue pecando, porque los hijos de Dios viven como Dios vive. Así que no puede seguir pecando, porque es un hijo de Dios.
10  En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
10  En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.
10 Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.
10 Podemos saber quién es hijo de Dios, y quién es hijo del diablo: los hijos del diablo son los que no quieren hacer lo bueno ni se aman unos a otros.
11  Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.(C)
11  Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros;
11
Amémonos los unos a los otros
Éste es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros.
11 Desde el principio se les ha enseñado a ustedes que nosotros debemos amarnos unos a otros.
12  No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano.(D) ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
12  no como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
12 No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas.
12 No debemos ser como Caín, que era como un hijo del diablo, y por eso mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque lo que Caín hacía era malo, y lo que hacía su hermano era bueno.
13  Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece.
13  Hermanos, no os maravilléis si el mundo os odia.
13 Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia.
13 Mis queridos amigos, no se extrañen si los pecadores de este mundo los odian.
14  Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida,(E) en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.
14  Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en muerte.
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
14 El amor que nos tenemos demuestra que ya no estamos muertos, sino que ahora vivimos. Pero si ustedes no se aman los unos a los otros, es porque todavía están bajo el poder de la muerte.
15  Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
15  Todo el que aborrece a su hermano es homicida, y vosotros sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.
15 Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.
15 Si ustedes se odian unos a otros, son asesinos, y ya saben que ningún asesino puede tener la vida eterna.
16  En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
16  En esto conocemos el amor: en que El puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.
16 En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.
16 Pero nosotros sabemos lo que es el amor, porque Jesucristo dio su vida por nosotros. Así también nosotros, debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos en Cristo.
17  Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?
17  Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?
17 Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?
17 Si un rico ve que alguno de su propia iglesia tiene alguna necesidad, y no lo ayuda, ese rico no ama como Dios ama.
18  Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
18  Hijos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
18 Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.
18 Hijos míos, no debemos limitarnos a decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.
19  Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él;
19  En esto sabremos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de El
19 En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él:
19 Sabemos que pertenecemos a Dios porque amamos a los demás. Por eso, si nos sentimos culpables de algo, podemos estar seguros de que Dios no nos acusa de nada, porque él está por encima de todo sentimiento, y lo sabe todo.
20  pues si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.
20  en cualquier cosa en que nuestro corazón nos condene; porque Dios es mayor que nuestro corazón y sabe todas las cosas.
20 que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo.

21  Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios;
21  Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de Dios;
21 Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios,
21 Amados míos, si estamos bien con Dios, podemos presentarnos ante él con toda confianza.
22  y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.
22  y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El.
22 y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
22 Y nos dará lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que a él le agrada.
23  Y este es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado.(F)
23  Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como El nos ha mandado.
23 Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto.
23 Y su mandamiento es que creamos en su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como Jesús nos lo ordenó.
24  Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
24  El que guarda sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
24 El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. ¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.

24 Si obedecemos a Dios, viviremos unidos a él, y él vivirá unido a nosotros. Esto lo sabemos por el Espíritu Santo que nos ha dado.