RV60a
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LBLA
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NVI
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TLA
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1 El
quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la
tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo.
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1 El
quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo a
la tierra, y se le dio la llave del pozo del abismo.
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1 Tocó el quinto ángel su trompeta, y vi que
había caído del cielo a la tierra una estrella, a la cual se le entregó la
llave del pozo del abismo.
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1 El quinto ángel tocó su trompeta, y vi una
estrella que había caído del cielo a la tierra. A ella se le dio la llave del
túnel que lleva al Abismo profundo.
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2 Y abrió
el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se
oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.
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2 Cuando
abrió el pozo del abismo, subió humo del pozo como el humo de un gran horno,
y el sol y el aire se oscurecieron por el humo del pozo.
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2 Lo abrió, y del pozo subió una humareda, como
la de un horno gigantesco; y la humareda oscureció el sol y el aire.
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2 Y cuando la estrella abrió el túnel del
Abismo, de allí salió humo, como de un horno muy grande, y el humo oscureció
el sol y el aire.
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3 Y del
humo salieron langostas sobre la tierra;(A)
y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra.
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3 Y del
humo salieron langostas sobre la tierra, y se les dio poder como tienen poder
los escorpiones de la tierra.
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3 De la humareda descendieron langostas sobre la
tierra, y se les dio poder como el que tienen los escorpiones de la tierra.
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3 Del humo salieron saltamontes, los cuales
cubrieron la tierra y recibieron poder para picar como escorpiones a la
gente.
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4 Y se
les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni
a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios
en sus frentes.(B)
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4 Se les
dijo que no dañaran la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni ningún
árbol, sino sólo a los hombres que no
tienen el sello de Dios en la frente.
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4 Se les ordenó que no dañaran la hierba de la
tierra, ni ninguna planta ni ningún árbol, sino sólo a las personas que no
llevaran en la frente el sello de Dios.
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4 Luego, Dios les ordenó que no dañaran a la
tierra, ni a los árboles ni a las plantas, sino sólo a quienes no tuvieran en
su frente la marca del sello de Dios.
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5 Y les
fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su
tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre.
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5 No se
les permitió matar a nadie, sino atormentarlos
por cinco meses; y su tormento era como el tormento de un escorpión cuando
pica al hombre.
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5 No se les dio permiso para matarlas sino sólo
para torturarlas durante cinco meses. Su tormento es como el producido por la
picadura de un escorpión.
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5 Dios les permitió que hirieran a la gente
durante cinco meses, pero no les permitió que mataran a nadie. Y las heridas
que hacían los saltamontes eran tan dolorosas como la picadura de los
escorpiones.
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6 Y en
aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán
morir, pero la muerte huirá de ellos.(C)
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6 En
aquellos días los hombres buscarán la muerte y no la hallarán; y ansiarán
morir, y la muerte huirá de ellos.
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6 En aquellos días la gente buscará la muerte,
pero no la encontrará; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.
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6 Durante esos cinco meses, la gente que había
sido picada quería morirse, pero seguía viviendo. Era como si la muerte
huyera de ellas.
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7 El
aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra;(D) en las cabezas tenían como coronas de oro;
sus caras eran como caras humanas;
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7 Y el
aspecto de las langostas era semejante al de caballos dispuestos para la
batalla, y sobre sus cabezas tenían
como coronas que parecían de oro, y sus caras eran como rostros humanos.
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7 El aspecto de las langostas era como de
caballos equipados para la guerra. Llevaban en la cabeza algo que parecía una
corona de oro, y su cara se asemejaba a un rostro humano.
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7 Los saltamontes parecían caballos de guerra,
listos para entrar en batalla. En la cabeza tenían algo que parecía una
corona de oro, y sus caras parecían humanas.
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8 tenían
cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones;(E)
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8 Tenían
cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de leones.
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8 Su crin parecía cabello de mujer, y sus
dientes eran como de león.
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8 Sus crines parecían cabellos de mujer, y sus
dientes parecían colmillos de león.
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9 tenían
corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de
muchos carros(F) de caballos
corriendo a la batalla;
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9 También
tenían corazas como corazas de hierro; y el ruido de sus alas era como el
estruendo de carros, de muchos caballos que se lanzan a la batalla.
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9 Llevaban coraza como de hierro, y el ruido de
sus alas se escuchaba como el estruendo de carros de muchos caballos que se
lanzan a la batalla.
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9 Sus cuerpos estaban protegidos con algo
parecido a una armadura de hierro, y sus alas resonaban como el estruendo de
muchos carros tirados por caballos cuando entran en combate.
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10 tenían
colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder
para dañar a los hombres durante cinco meses.
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10 Tienen
colas parecidas a escorpiones, y aguijones; y en sus colas está su poder para hacer daño a los hombres por
cinco meses.
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10 Tenían cola y aguijón como de escorpión; y en
la cola tenían poder para torturar a la gente durante cinco meses.
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10 En la cola tenían un aguijón como de
escorpión, con el que podían dañar a la gente durante cinco meses.
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11 Y
tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es
Abadón, y en griego, Apolión.[a]
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11 Tienen
sobre ellos por rey al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y
en griego se llama Apolión.
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11 El rey que los dirigía era el ángel del
abismo, que en hebreo se llama Abadón y en griego Apolión.[a]
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11 El ángel del Abismo es el jefe de los
saltamontes. En hebreo se llama Abadón, y en griego se llama Apolión; en
ambos idiomas, su nombre quiere decir «Destructor».
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12 El
primer ay pasó; he aquí, vienen aún dos ayes después de esto.
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12 El
primer ¡ay! ha pasado; he aquí, aún vienen dos ayes después de estas cosas.
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12 El primer ¡ay! ya pasó, pero vienen todavía
otros dos.
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12 Ese fue el primer desastre, pero todavía
faltan dos.
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13 El
sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del
altar de oro(G) que estaba delante
de Dios,
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13 El
sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro cuernos
del altar de oro que está delante de Dios,
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13 Tocó el sexto ángel su trompeta, y oí una voz
que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios.
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13 El sexto ángel tocó su trompeta. De pronto oí
una voz, que salía de en medio de los cuatro cuernos del altar de oro que
estaba frente a Dios.
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14
diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata a los cuatro
ángeles que están atados junto al gran río Eufrates.
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14 y decía
al sexto ángel que tenía la trompeta: Suelta a los cuatro ángeles que están
atados junto al gran río Eufrates.
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14 A este ángel que tenía la trompeta, la voz le
dijo: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río
Éufrates.»
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14 La voz le dijo al sexto ángel que había tocado
la trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río
Éufrates».
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15 Y
fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día,
mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.
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15 Y
fueron desatados los cuatro ángeles que habían sido preparados para la hora,
el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de la humanidad.
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15 Así que los cuatro ángeles que habían sido
preparados precisamente para esa hora, y ese día, mes y año, quedaron sueltos
para matar a la tercera parte de la humanidad.
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15 Entonces el sexto ángel soltó a los cuatro
ángeles, para que mataran a la tercera parte de los seres humanos, pues Dios
los había preparado exactamente para esa hora, día, mes y año.
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16 Y el
número de los ejércitos de los jinetes era doscientos millones. Yo oí su
número.
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16 Y el
número de los ejércitos de los jinetes era
de doscientos millones; yo escuché su número.
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16 Oí que el número de las tropas de caballería
llegaba a doscientos millones.
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16 Y oí el número de los que peleaban montados a
caballo, y eran doscientos millones de soldados.
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17 Así vi
en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego,
de zafiro y de azufre. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de
leones; y de su boca salían fuego, humo y azufre.
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17 Y así
es como vi en la visión los caballos y a los que los montaban: los jinetes tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre; las
cabezas de los caballos eran como
cabezas de leones, y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.
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17 Así vi en la visión a los caballos y a sus
jinetes: Tenían coraza de color rojo encendido, azul violeta y amarillo como
azufre. La cabeza de los caballos era como de león, y por la boca echaban
fuego, humo y azufre.
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17 Los soldados que vi montados a caballo
llevaban, en su pecho, una armadura de metal roja como el fuego, azul como el
zafiro y amarilla como el azufre. Los caballos tenían cabeza como de león, y
de su hocico salía fuego, humo y azufre.
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18 Por
estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres; por el fuego,
el humo y el azufre que salían de su boca.
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18 La
tercera parte de la humanidad fue muerta por estas tres plagas: por el fuego,
el humo y el azufre que salían de sus bocas.
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18 La tercera parte de la humanidad murió a causa
de las tres plagas de fuego, humo y azufre que salían de la boca de los
caballos.
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18 La tercera parte de los seres humanos murió
por causa del fuego, del humo y del azufre.
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19 Pues el
poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas; porque sus colas,
semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban.
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19 Porque
el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas son
semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas hacen daño.
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19 Es que el poder de los caballos radicaba en su
boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas
con las que hacían daño.
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19 Las colas de los caballos parecían serpientes,
y con sus cabezas herían a la gente. Es decir, los caballos tenían poder en
el hocico y en la cola.
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20 Y los
otros hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se
arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios,
y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las
cuales no pueden ver, ni oír, ni andar;(H)
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20 Y el
resto de la humanidad, los que no fueron muertos por estas plagas, no se
arrepintieron de las obras de sus manos ni dejaron de adorar a los demonios y
a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no
pueden ver ni oír ni andar;
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20 El resto de la humanidad, los que no murieron
a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni
dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra
y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar.
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20 El resto de la gente, es decir, los que no
murieron a causa del fuego, el humo y el azufre, no dejaron de hacer lo malo,
ni dejaron de adorar a los demonios y a las imágenes de dioses falsos. Al
contrario, siguieron adorando imágenes de piedra, de madera, y de oro, plata
y bronce. Esos dioses falsos no pueden ver ni oír, ni caminar.
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21 y no se
arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación,
ni de sus hurtos.
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21 y no se
arrepintieron de sus homicidios ni de sus hechicerías ni de su inmoralidad ni
de sus robos.
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21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni
de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.
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21 Esa gente no dejó de matar ni de hacer
brujerías; tampoco dejó de robar ni de tener relaciones sexuales prohibidas.
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