RV60a
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LBLA
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NVI
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TLA
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1
El cántico de los 144 mil
Después miré, y he aquí el
Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y
cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.(A)
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1 Miré, y
he aquí que el Cordero estaba de pie
sobre el Monte Sion, y con El ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el
nombre de El y el nombre de su Padre escrito en la frente.
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1
El Cordero y los 144.000
Luego miré, y apareció el Cordero. Estaba de pie sobre el monte Sión,
en compañía de ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en
la frente el nombre del Cordero y de su Padre.
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1 Entonces miré, y vi al Cordero de pie en el
monte Sión. Junto a él estaban ciento cuarenta y cuatro mil seguidores suyos,
que tenían escritos en la frente los nombres del Cordero y del Padre.
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2 Y oí
una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran
trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.
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2 Y oí
una voz del cielo, como el estruendo de muchas aguas y como el sonido de un
gran trueno; y la voz que oí era como el sonido de arpistas tocando sus arpas.
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2 Oí un sonido que venía del cielo, como el
estruendo de una catarata y el retumbar de un gran trueno. El sonido se
parecía al de músicos que tañen sus arpas.
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2 Después oí una voz que venía del cielo. Era
como el estruendo de enormes cataratas, o como el fuerte resonar del trueno;
era un sonido semejante al de muchos músicos tocando arpas.
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3 Y
cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres
vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos
ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.
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3 Y
cantaban* un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres
vivientes y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico, sino los
ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido rescatados de la tierra.
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3 Y cantaban un himno nuevo delante del trono y
delante de los cuatro seres vivientes y de los ancianos. Nadie podía aprender
aquel himno, aparte de los ciento cuarenta y cuatro mil que habían sido
rescatados de la tierra.
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3 Los ciento cuarenta y cuatro mil estaban de
pie delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes y de los
veinticuatro ancianos, y cantaban una canción que nunca antes se había
escuchado. Nadie podía aprenderse la letra de aquella canción, a no ser los
que fueron salvados de entre la gente de este mundo,
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4 Estos
son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los
que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre
los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;
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4 Estos
son los que no se han contaminado con mujeres, pues son castos. Estos son los que siguen al Cordero adondequiera que
va. Estos han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y
para el Cordero.
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4 Éstos se mantuvieron puros, sin contaminarse
con ritos sexuales.[a] Son
los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Fueron rescatados como los
primeros frutos de la humanidad para Dios y el Cordero.
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4 los cuales no adoraron a dioses falsos ni
fueron infieles a Dios. Todos ellos seguían al Cordero por dondequiera que él
iba, y habían sido salvados para ser el primer regalo que se ofreciera a Dios
y al Cordero,
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5 y en
sus bocas no fue hallada mentira,(B)
pues son sin mancha delante del trono de Dios.
El mensaje de los tres ángeles
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5 En su
boca no fue hallado engaño; están sin mancha.
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5 No se encontró mentira alguna en su boca, pues
son intachables.
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5 pues nunca mintieron ni hicieron lo malo.
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6 Vi
volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para
predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y
pueblo,
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6 Y vi
volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para
anunciarlo a los que moran en la
tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo,
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6
Los tres ángeles
Luego vi a otro ángel que volaba en medio del cielo, y que llevaba
el evangelio eterno para anunciarlo a los que viven en la tierra, a toda
nación, raza, lengua y pueblo.
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6 Vi entonces a otro ángel, que volaba en lo
alto del cielo. Llevaba buenas noticias de valor eterno, para la gente de
todos los países, razas, idiomas y pueblos.
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7
diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de
su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar
y las fuentes de las aguas.
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7
diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su
juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las
fuentes de las aguas.
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7 Gritaba a gran voz: «Teman a Dios y denle
gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo,
la tierra, el mar y los manantiales.»
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7 Decía con fuerte voz: «Honren a Dios y
alábenlo; ha llegado el momento en que él juzgará al mundo. Adoren al creador
del cielo y de la tierra, del mar y de los manantiales.»
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8 Otro
ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia,(C) la gran ciudad, porque ha hecho beber a
todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
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8 Y le siguió otro ángel, el segundo, diciendo:
¡Cayó, cayó la gran Babilonia!; la que ha hecho beber a todas las naciones
del vino de la pasión de su inmoralidad.
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8 Lo seguía un segundo ángel que gritaba: «¡Ya
cayó! Ya cayó la gran Babilonia, la que hizo que todas las naciones bebieran
el excitante vino[b] de su
adulterio.»
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8 Lo seguía otro ángel que decía: «¡Ya cayó la
gran Babilonia! Ya ha sido destruida la ciudad que enseñó a todos los países
a pecar y a obedecer a dioses falsos.»
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9 Y el
tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a
su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,
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9
Entonces los siguió otro ángel, el tercero, diciendo a gran voz: Si
alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe una marca en su frente o en
su mano,
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9 Los seguía un tercer ángel que clamaba a
grandes voces: «Si alguien adora a la bestia y a su imagen, y se deja poner
en la frente o en la mano la marca de la bestia,
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9 Luego los siguió un tercer ángel, que decía
con fuerte voz: «Si alguno adora al monstruo o a su estatua, o deja que le
pongan su marca en la frente o en la mano,
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10 él
también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el
cáliz de su ira;(D) y será
atormentado con fuego y azufre(E)
delante de los santos ángeles y del Cordero;
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10 él
también beberá del vino del furor de Dios, que está preparado puro en el
cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos
ángeles y en presencia del Cordero.
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10 beberá también el vino del furor de Dios, que
en la copa de su ira está puro, no diluido. Será atormentado con fuego y
azufre, en presencia de los santos ángeles y del Cordero.
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10 Dios se enojará mucho y lo castigará
duramente. No será un castigo suave, sino que lo hará sufrir con fuego y
azufre ardiente, y los santos ángeles y el Cordero lo verán sufrir su
castigo.
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11 y el
humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.(F) Y no tienen reposo de día ni de noche los
que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su
nombre.
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11 Y el
humo de su tormento asciende por los siglos de los siglos; y no tienen
reposo, ni de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen, y
cualquiera que reciba la marca de su nombre.
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11 El humo de ese tormento sube por los siglos de
los siglos. No habrá descanso ni de día ni de noche para el que adore a la
bestia y su imagen, ni para quien se deje poner la marca de su nombre.»
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11 El humo del fuego que lo hará sufrir nunca
dejará de subir, pues los que adoran al monstruo y a su estatua, y tienen la
marca de su nombre, nunca dejarán de sufrir, ni de día ni de noche.»
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12 Aquí
está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y
la fe de Jesús.
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12 Aquí
está la perseverancia de los santos que guardan los mandamientos de Dios y la
fe de Jesús.
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12 ¡En esto consiste[c] la perseverancia de los santos, los
cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesús!
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12 El pueblo de Dios debe aprender a soportar con
fortaleza las dificultades y los sufrimientos. También debe obedecer los
mandatos de Dios y seguir confiando en Jesús.
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13 Oí una
voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante
los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
La tierra es segada
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13 Y oí
una voz del cielo que decía: Escribe: "Bienaventurados los muertos que
de aquí en adelante mueren en el Señor." Sí--dice el Espíritu--para que
descansen de sus trabajos, porque sus obras van con ellos.
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13 Entonces oí una voz del cielo, que decía:
«Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor.» «Sí
—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras
los acompañan.»
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13 Entonces oí una voz del cielo, que me decía:
«Escribe esto: “¡Dios bendecirá a los que de ahora en adelante mueran unidos
al Señor Jesucristo!”» Y el Espíritu de Dios dice: «Así es, porque ellos
descansarán de todos sus sufrimientos y dificultades, pues Dios los premiará
por todo el bien que han hecho.»
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14 Miré, y
he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
Hombre,(G) que tenía en la cabeza
una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
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14 Y miré,
y he aquí una nube blanca, y sentado en la nube estaba
uno semejante a hijo de hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y
en la mano una hoz afilada.
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14
La cosecha de la tierra
Miré, y apareció una nube blanca, sobre la cual estaba sentado
alguien «semejante al Hijo del hombre».[d]
En la cabeza tenía una corona de oro, y en la mano, una hoz afilada.
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14 Luego vi una nube blanca, sobre la que estaba
sentado alguien que parecía un hijo de hombre. Tenía una corona de oro en la
cabeza, y en la mano llevaba una hoz afilada.
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15 Y del
templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la
nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies
de la tierra está madura.(H)
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15
Entonces salió del templo otro ángel clamando a gran voz al que estaba
sentado en la nube: Mete tu hoz y siega, porque la hora de segar ha llegado,
pues la mies de la tierra está madura.
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15 Entonces salió del templo otro ángel y le
gritó al que estaba sentado en la nube: «Mete la hoz y recoge la cosecha; ya
es tiempo de segar, pues la cosecha de la tierra está madura.»
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15 Y otro ángel salió del templo, y gritó con
fuerte voz al que estaba sentado en la nube: «¡Empieza a cortar con tu hoz, y
recoge la cosecha! y ha llegado la hora de recogerla.»
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16 Y el
que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue
segada.
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16 Y el
que estaba sentado en la nube blandió su hoz sobre la tierra, y la tierra fue
segada.
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16 Así que el que estaba sentado sobre la nube
pasó la hoz, y la tierra fue segada.
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16 El que estaba sentado en la nube pasó la hoz
sobre la tierra, y recogió la cosecha.
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17 Salió
otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
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17 Salió
otro ángel del templo que está en el cielo, que también tenía una hoz
afilada.
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17 Del templo que está en el cielo salió otro
ángel, que también llevaba una hoz afilada.
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17 Entonces salió del templo otro ángel, que
también llevaba una hoz afilada.
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18 Y salió
del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al
que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos
de la tierra, porque sus uvas están maduras.
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18 Y otro
ángel, el que tiene poder sobre el fuego, salió del altar; y llamó a gran voz
al que tenía la hoz afilada, diciéndole:
Mete tu hoz afilada y vendimia los racimos de la vid de la tierra, porque sus
uvas están maduras.
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18 Del altar salió otro ángel, que tenía
autoridad sobre el fuego, y le gritó al que llevaba la hoz afilada: «Mete tu
hoz y corta los racimos del viñedo de la tierra, porque sus uvas ya están
maduras.»
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18 Y del altar salió el ángel que tiene poder
sobre el fuego, y le dijo al ángel que llevaba la hoz afilada: «¡Empieza a
cortar con tu hoz! ¡Recoge las uvas del viñedo de la tierra, porque las uvas
ya están maduras!»
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19 Y el
ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las
uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
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19 El
ángel blandió su hoz sobre la tierra, y vendimió los
racimos de la vid de la tierra y los
echó en el gran lagar del furor de Dios.
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19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, recogió
las uvas y las echó en el gran lagar de la ira de Dios.
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19 El ángel pasó la hoz sobre la tierra, y cortó
las uvas de los viñedos. Luego las echó en el recipiente grande que se usa
para exprimirlas, y que representa el enojo de Dios.
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20 Y fue
pisado el lagar(I) fuera de la
ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil
seiscientos estadios.
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20 Y el
lagar fue pisado fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que subió hasta los frenos de los caballos por
una distancia como de trescientos veinte kilómetros.
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20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad,
y del lagar salió sangre, la cual llegó hasta los frenos de los caballos en
una extensión de trescientos kilómetros.[e]
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20 Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad,
y del recipiente salió tanta sangre que subió hasta un metro y medio de
altura, en una extensión de trescientos kilómetros.
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