RV60a
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LBLA
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NVI
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TLA
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1
Las copas de ira
Oí una gran voz que decía
desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete
copas de la ira de Dios.
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1 Y oí
una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: Id y derramad en
la tierra las siete copas del furor de Dios.
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1
Las siete copas de la ira de Dios
Oí una voz que desde el templo decía a gritos a los siete ángeles:
«¡Vayan y derramen sobre la tierra las siete copas del furor de Dios!»
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1 Entonces oí una fuerte voz que salía del
templo, y que les decía a los siete ángeles: «Vayan y vacíen las siete copas
que representan el enojo de Dios.»
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2 Fue el
primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y
pestilente(A) sobre los hombres que
tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
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2 El
primer ángel fue y derramó su copa en
la tierra; y se produjo una llaga repugnante y maligna en los hombres que
tenían la marca de la bestia y que adoraban su imagen.
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2 El primer ángel fue y derramó su copa sobre la
tierra, y a toda la gente que tenía la marca de la bestia y que adoraba su
imagen le salió una llaga maligna y repugnante.
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2 El primer ángel fue y vació su copa sobre la
tierra, y a todos los que tenían la marca del monstruo y adoraban su estatua
les salió una llaga terrible y dolorosa.
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3 El
segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre
como de muerto; y murió todo ser vivo que había en el mar.
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3 El
segundo ángel derramó su copa en el
mar, y se convirtió en sangre como de muerto; y murió todo ser viviente que había en el mar.
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3 El segundo ángel derramó su copa sobre el mar,
y el mar se convirtió en sangre como de gente masacrada, y murió todo ser
viviente que había en el mar.
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3 El segundo ángel vació su copa sobre el mar, y
el agua del mar se convirtió en sangre, como la sangre de los que mueren
asesinados. Así murió todo lo que tenía vida en el mar.
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4 El
tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las
aguas, y se convirtieron en sangre.(B)
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4 El
tercer ángel derramó su copa en los
ríos y en las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
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4 El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos
y los manantiales, y éstos se convirtieron en sangre.
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4 El tercer ángel vació su copa sobre los ríos y
sobre los manantiales, y el agua se convirtió en sangre.
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5 Y oí al
ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que
eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
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5 Y oí al
ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, el que eres, y el que eras, oh
Santo, porque has juzgado estas cosas;
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5 Oí que el ángel de las aguas decía: «Justo
eres tú, el Santo, que eres y que eras, porque juzgas así:
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5 Luego oí decir al ángel que tiene poder sobre
el agua: «Dios, tú eres santo, vives por siempre, y tus castigos son justos.
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6 Por
cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les
has dado a beber sangre; pues lo merecen.
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6 pues
ellos derramaron sangre de santos y profetas y tú les has dado a beber
sangre; lo merecen.
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6 ellos derramaron la sangre de santos y de
profetas, y tú les has dado a beber sangre, como se lo merecen.»
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6 Tus enemigos mataron a muchos de tu pueblo
santo, y también a tus profetas. Por eso ahora tú les das a beber sangre,
¡pues se lo merecen!»
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7 También
oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso,
tus juicios son verdaderos y justos.
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7 Y oí al
altar, que decía: Sí, oh Señor Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus
juicios.
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7 Oí también que el altar respondía: «Así es,
Señor, Dios Todopoderoso, verdaderos y justos son tus juicios.»
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7 Y escuché una voz que salía del altar y decía:
«Sí, Señor Dios todopoderoso, estos castigos son correctos y justos.»
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8 El
cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los
hombres con fuego.
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8 El
cuarto ángel derramó su copa sobre el
sol; y al sol le fue dado quemar a los
hombres con fuego.
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8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol,
al cual se le permitió quemar con fuego a la gente.
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8 El cuarto ángel vació su copa sobre el sol, al
cual se le permitió quemar a la gente.
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9 Y los
hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que
tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
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9 Y los
hombres fueron quemados con el intenso calor; y blasfemaron el nombre de Dios
que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
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9 Todos sufrieron terribles quemaduras, pero ni
así se arrepintieron; en vez de darle gloria a Dios, que tiene poder sobre
esas plagas, maldijeron su nombre.
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9 Todos quedaron terriblemente quemados, pero ni
aun así se volvieron a Dios ni lo alabaron. Al contrario, ofendieron a Dios,
que tiene poder para suspender esos terribles castigos.
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10 El
quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se
cubrió de tinieblas,(C) y mordían
de dolor sus lenguas,
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10 El
quinto ángel derramó su copa sobre el
trono de la bestia; y su reino se quedó en tinieblas, y se mordían la lengua
de dolor.
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10 El quinto ángel derramó su copa sobre el trono
de la bestia, y el reino de la bestia quedó sumido en la oscuridad. La gente
se mordía la lengua de dolor
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10 El quinto ángel vació su copa sobre el trono
del monstruo, y su reino quedó en la oscuridad. La gente se mordía la lengua
de dolor, porque las llagas los hacían sufrir mucho. Pero ni aun así dejaron
de hacer lo malo, sino que ofendieron a Dios por el dolor que sentían;
¡ofendieron a Dios, que vive en el cielo!
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11 y
blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no
se arrepintieron de sus obras.
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11 Y
blasfemaron contra el Dios del cielo por causa de sus dolores y de sus
llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
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11 y, por causa de sus padecimientos y de sus
llagas, maldecían al Dios del cielo, pero no se arrepintieron de sus malas
obras.
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12 El
sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el agua de éste se
secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.(D)
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12 El
sexto ángel derramó su copa sobre el
gran río Eufrates; y sus aguas se secaron para que fuera preparado el camino
para los reyes del oriente.
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12 El sexto ángel derramó su copa sobre el gran
río Éufrates, y se secaron sus aguas para abrir paso a los reyes del oriente.
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12 El sexto ángel vació su copa sobre el gran río
Éufrates, y el agua del río se secó para que los reyes del Oriente pudieran
pasar.
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13 Y vi
salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del
falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;
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13 Y vi salir de la boca del dragón, de la boca de la
bestia y de la boca del falso profeta, a tres espíritus inmundos semejantes a
ranas;
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13 Y vi salir de la boca del dragón, de la boca
de la bestia y de la boca del falso profeta tres espíritus malignos que
parecían ranas.
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13 Entonces vi que de la boca del dragón, de la
boca del monstruo y de la boca del falso profeta, salieron tres espíritus
malos que parecían ranas.
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14 pues
son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra
en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios
Todopoderoso.
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14 pues
son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales van a los reyes de
todo el mundo, a reunirlos para la batalla del gran día del Dios
Todopoderoso.
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14 Son espíritus de demonios que hacen señales
milagrosas y que salen a reunir a los reyes del mundo entero para la batalla
del gran día del Dios Todopoderoso.
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14 Eran espíritus de demonios, que hacían cosas
extraordinarias y maravillosas. Salieron para reunir a todos los reyes del
mundo, para que lucharan contra el Dios todopoderoso. Lo harán cuando llegue
el día en que Dios juzgará a todo el mundo.
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15 He aquí, yo vengo como ladrón.(E) Bienaventurado
el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su
vergüenza.
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15 (He
aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no
sea que ande desnudo y vean su vergüenza.)
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15 «¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Dichoso el
que se mantenga despierto, con su ropa a la mano, no sea que ande desnudo y
sufra vergüenza por su desnudez.»
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15 Por eso el Señor Jesús dice: «Yo volveré
cuando menos lo esperen. Volveré como el ladrón, que roba en la noche menos
esperada. ¡Dios bendecirá al que se mantenga despierto y vestido, pues no lo
sorprenderán desnudo! ¡Ni tendrá nada de qué avergonzarse!»
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16 Y los
reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.(F)
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16 Y los
reunieron en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
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16 Entonces los espíritus de los demonios
reunieron a los reyes en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
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16 Los espíritus malos reunieron a los reyes en
un lugar, que en hebreo se llama Harmagedón.
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17 El
séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo
del cielo, del trono, diciendo: Hecho está.
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17 Y el
séptimo ángel derramó su copa en el
aire; y una gran voz salió del templo, del trono, que decía: Hecho está.
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17 El séptimo ángel derramó su copa en el aire, y
desde el trono del templo salió un vozarrón que decía: «¡Se acabó!»
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17 El séptimo ángel vació su copa sobre el aire,
y desde el trono que está en el templo salió una fuerte voz que decía: «¡Ya
está hecho!»
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18
Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de
tierra, un terremoto(G) tan grande,
cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
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18
Entonces hubo relámpagos, voces y truenos; y hubo un gran terremoto
tal como no lo había habido desde que el hombre está sobre la tierra; fue tan grande y
poderoso terremoto.
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18 Y hubo relámpagos, estruendos, truenos y un
violento terremoto. Nunca, desde que el género humano existe en la tierra, se
había sentido un terremoto tan grande y violento.
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18 Y hubo relámpagos, voces, truenos y un gran
terremoto, más terrible que todos los terremotos que han sacudido a la tierra
desde que hay gente en ella.
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19 Y la
gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones
cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el
cáliz del vino del ardor de su ira.(H)
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19 La gran
ciudad quedó dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron.
Y la gran Babilonia fue recordada delante de Dios para darle el cáliz del
vino del furor de su ira.
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19 La gran ciudad se partió en tres, y las
ciudades de las naciones se desplomaron. Dios se acordó de la gran Babilonia
y le dio a beber de la copa llena del vino del furor de su castigo.
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19 El terremoto partió en tres a la gran ciudad
de Babilonia, y las ciudades de todo el mundo se derrumbaron. Dios no se
olvidó de Babilonia, sino que la castigó terriblemente, con todo su enojo.
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20 Y toda
isla huyó, y los montes no fueron hallados.(I)
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20 Y toda
isla huyó, y los montes no fueron hallados.
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20 Entonces huyeron todas las islas y
desaparecieron las montañas.
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20 Todas las islas y las montañas desaparecieron,
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21 Y cayó
del cielo sobre los hombres un enorme granizo(J)
como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la
plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande.
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21 Y
enormes granizos, como de un talento cada uno, cayeron* sobre los hombres; y
los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque su plaga
fue* sumamente grande.
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21 Del cielo cayeron sobre la gente enormes
granizos, de casi cuarenta kilos cada uno.[a]
Y maldecían a Dios por esa terrible plaga.
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21 y del cielo cayeron grandes granizos sobre la
gente. Los granizos parecían rocas, pues pesaban más de cuarenta kilos. Y la
gente insultó y ofendió a Dios, porque aquellos terribles granizos fueron un
castigo muy duro.
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